mirando el firmamento,
te sientas solo en el Universo,
recuerda que cada una de tus lágrimas
contiene sal que alguna vez fue parte del océano;
que el agua que riega tu cuerpo
alguna vez fue hielo en un glaciar milenario;
que el calcio de tus huesos
estuvo en alguna almendra o en una sardina;
que el oxígeno que entra ahora a tus pulmones
pudo haber estado anoche en un árbol del parque;
que en el núcleo de cada una de tus células,
reposan los genes de miles de antepasados
que se amaron una noche o muchos años
para que tú llegaras a este mundo;
que la energía química que se se transforma en tus
mitocondrias
alguna vez fue energía solar transformada en
química en los cloroplastos de alguna verdura;
que cada uno de tus átomos
proviene de la explosión de alguna estrella.
Cuando alguna noche mirando el firmamento,
te sientas solo en el Universo,
recuerda que el mismo Universo que contemplas,
es quien te habita.
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