El pueblo ya no es El Pueblo.
La revuelta de octubre
ya no fue revolución.
El pueblo ha hablado,
ha votado obligado,
y ha rechazado
la nueva constitución.
Para unos un alivio,
para otros,
una gran decepción.
Así es la democracia.
Así es la historia pendular
la que escriben los pueblos,
con un poder secular.
El alma del pueblo herido
por el trauma colectivo
confiar ha preferido
en el libre mercado
y no en un débil Estado
que lo tiene abandonado.
La tierra yerma
los ríos secos,
las paltas frescas,
las niñas tristes,
los bolsillos llenos.
En las cárceles los presos
rechazan sus nuevos derechos.
En el campo prefieren
el asado y el rodeo,
a la plurinacionalidad,
a la sintiencia y el roteo.
Mis ahorros,
mi casa propia,
mi futuro enrejado
en mi metro cuadrado,
por temor al otro diferente
al inmigrante, al delincuente,
al indígena y al indigente.
Temían perder su vivienda,
sus fondos heredables
su himno, su bandera,
la unidad nacional.
Temores alimentados
por la sutil maquinaria
del poder del capital.
La utopía, al alcance de los
dedos,
se evapora entre encuestas de
opinión.
La casa de todos tenía y tendrá dueños.
El miedo, la mentira, el engaño,
la concentración de medios,
el algoritmo, la arrogancia,
el revanchismo, la política identitaria,
le ganaron esta vez
a la esperanza y a los sueños.
¿Acaso fue todo una efímera ilusión?
¿o tal vez la derrota necesaria
de toda una generación?
Las mayorías silenciosas
por tanto tiempo calladas
por temor a ser rechazadas
sacaron a una la voz
y al unísono gritaron calladas
la palabra que las unió.
Así quedó deprimida
la élite progresista
ecologista y animalista,
con la esperanza ahogada
hundida en el charco
dejado por la burbuja
cognitiva en que se hallaba,
que estalló, definitivamente,
pero esta vez sin violencia
ni barricadas.
Los brotes no eran brotes.
Las flores quedaron marchitas
por una helada anunciada.
Los perros negros
con sus pañuelos rojos
se lamen ahora sus heridas
La derecha gana en Suecia
El neofascismo en Italia.
Además de la guerra en Ucrania.
Ahora que comienza un largo invierno,
algunos se preguntan
¿Cuándo llegará ahora la
primavera?
Tantos ojos mutilados,
tantas vidas perdidas,
tanta sangre derramada,
tantas banderas al viento...
¿al final de qué sirvieron?
¿Quiénes se apropiarán ahora del
Sentido común?
¿Quién gana cuando se gana?
¿Qué se pierde cuando se pierde?
¿Qué se rechaza cuando se
rechaza?
¿En qué fundar ahora la
esperanza?
¿Dónde quedó la profecía de las anchas alamedas?
¿Quién podrá ahora decir que tiene fe en Chile y su destino?
Una nueva fractura en esta angosta franja de tierra
rechazistas, apruebistas,
los del sesentaydos y los del treintayocho
todos toman asiento
para vivir este momento.
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