En una profunda selva
allá en la Mata Atlántica
junto a la triple frontera
se esconde una joya fantástica.
De lo alto de una selva frondosa
verde, vital, húmeda y abundante
desde lejos se escucha estruendosa
el agua que cae y fluye exultante.
Persiste en su rugido asombrosa,
metáfora de un flujo constante,
turbulenta, espléndida y caudalosa
lección de humildad al arrogante.
La luna llena misteriosa
luce sobre el ancho cauce,
reverbera grande y luminosa
donde llega a beber el sauce.
Zumban las alas del colibrí,
acecha dormido el yacaré,
olisquea su comida el coatí,
en silencio te mira el yaguareté
se esconde en la selva el pecarí,
guardianes de esta tierra guaraní.
Orquídeas, bromelias, heliconias,
murciélagos, abejas, mariposas,
y todas las aves polinizadoras,
nada son las unas sin las otras.
Exuberante funga, fauna y flora,
bramido sordo que ensordece,
sabiduría ancestral que rejuvenece,
líquido elemento que se evapora.
Paisaje movido que conmueve
donde llueve y llueve a cada hora.
En la Cuenca del
Paraná,
fluye la vida en su caudal.
Iguazú maravilla
natural,
sublime milagro universal.
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