Cuando se desmorona el futuro,
me pierdo como un vagabundo.
En ti, al fin, me siento seguro
lejos de los ruidos del mundo.
En ti encuentro refugio,
en la intimidad de tu abrazo,
ya no necesito artilugio,
ni hoz ni martillo ni mazo.
Por la ternura de tu caricia,
por tu yema rozándome el brazo,
Poros y piel vibran... ¡qué delicia!
¡el placer estalla en mil pedazos!
En presencia de esta morada
mi alma se desnuda sin coraza
sin temor a ser juzgada
o a ser pesada en una balanza.
No precisa escudo ni espada
ni caballo ni mordaza
ni tampoco armadura oxidada.
En cada hueco
en que me hundo,
siento un escalofrío.
En cada cálido recoveco
de ese cuerpo que me envuelve,
me cobijo de este frío
tan cruel y tan profundo.
A salvo de mis fantasmas,
protegido de mis monstruos
cuando el miedo me invade,
a la sombra de tu abrigo,
todo aquello se disuelve
y en mis heridas, coagulo.
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