Apagad los teléfonos.
Alzad la vista al cielo.
Contemplad las nubes.
Sed uno con el viento.
Desenchufad los televisores.
Decid adiós a las pantallas.
Olvidad los computadores.
Fugaos de esa esclavitud moderna.
Volved a perderos en el bosque.
Sentid el llamado de la montaña.
Quitaos calcetines, zapatos y
corbatas.
Caminad descalzos sobre la tierra
y veréis cómo sana vuestra alma.
Perded el miedo a la noche.
Aullad como lobos a la luna.
Adentraos en las sombras.
Dormid bajo las estrellas.
Despertad a la intemperie.
Agradeced cada gota de rocío.
Bendecid cada amanecer.
Besad el suelo con los pies.
Respirad el aire puro
lejos del infierno de cemento.
Vivid el eterno presente
en cada efímero momento.
Confiad en vuestras intuiciones.
Liberaos de las instituciones.
Defended los últimos retazos
que van quedando del Paraíso.
Sentid la brisa en el rostro.
Leed las señales del tiempo.
Mojaos bajo la lluvia.
Chapotead en el barro.
Sacudíos y agitaos.
Sacaos la ciudad
de la mente y el cuerpo.
Sudad hasta quedar sin aliento.
Estallad de placer.
Extasiaos hasta el infinito.
Acurrucaos piel con piel
para sellar el rito.
Bailad hasta el alba
en torno al fuego.
Amad. Amad sin culpa,
que todo es solo un juego.
Gemid, gritad sin vergüenza
Cantad, jugad, reíd
con vehemencia.
Dejaos llevar libres
por cada impulso vital
a conciencia.
Reconectad con la vida
que en cada pulso os habita.
Recordad que no vais,
que volvéis
a la madre primigenia.
Un breve cuerpo humano
sostenido incondicionalmente
por un errante cuerpo celeste.
Honrad lo que ya sois:
Un suspiro que respira,
naturaleza olvidada
volviendo a nacer,
reaprendiendo a regenerarse.
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