Cuando estoy sin ti
soy uno solo.
Cuando estoy en ti
somos uno sólo.
Si fuiste altar
yo fui ofrenda.
Si fuiste templo
yo fui oración.
Si fuimos uno,
nuestros cuerpos
fueron santuario
y amarnos fue
un sacro oficio.
El pulso de la tierra,
el latido del corazón,
el murmullo del arroyo,
el susurro del viento...
cuando estamos juntos
son uno sólo!
En tí, en mí, en ello,
no hay ningún abismo
entre la naturaleza
y el espíritu mismo.
Y todo así es bello.
Morí en ti
cada noche
en el instante
que fuimos uno.
Luz, fuego, amante
de lava y espuma,
explosión salvaje.
Por un instante infinito
despertamos en el paraíso.
No importa que no sea eterno...
si este placer existe
ya no temo al infierno.
Ya no es preciso
que se abra el cielo
ni que entre un rayo
Cuando tú me miras
descubro en tus ojos
las puertas del paraíso.
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