Pero eso es lo de menos.
Ella solo quería una vida tranquila, sin preocupaciones.
Él aspiraba a una vida extraordinaria e intensa, que mereciera la pena ser vivida.
Ella soñaba con una familia normal.
Para él, "normal" equivalía a "mediocre".
Para ella, el trabajo era solo una forma de ganarse la vida.
Para él, el trabajo era su vida.
Ella prefería descansar en casa cada fin de semana.
Él se ahogaba en casa. Su cuerpo le pedía salir a las montañas.
Ella era una mujer de costumbres.
Él era un alma libre, sediento de aventuras.
Ella le gustaba tomar siempre el mismo té cada tarde.
Él prefería un sabor distinto cada noche.
Ella almorzaba y merendaba cada fin de semana con sus padres.
Él también, y ya no encontraba tema para conversar con ellos.
Ella prefería salir a bailar en grupo, con otros amigos.
Él deseaba bailar solo con ella y gozar juntos.
Ella amaba dormir y soñar.
Él sólo soñaba con poder amarla.
Ella era la hermana mayor de su familia.
Él era el hermano menor de la suya.
Ella venía de una familia humilde y trabajadora.
Él venía de una familia acomodada.
Ella operaba desde el deber, el miedo, la culpa, la vergüenza.
A él lo movía el propósito, el deseo, la pasión y el placer.
Ella se había pagado su carrera de noche trabajando de día.
Él había obtenido varias becas para seguir estudiando, una y otra y otra vez.
Ella soñaba con un jardín lleno de flores.
Él soñaba con un huerto lleno de frutales.
Ella dedicaba sus ahorros en muebles y mejoras para la comodidad de su hogar.
Él prefería invertir en bienes inmuebles pensando en el futuro. Su casa era solo un lugar donde dormir.
Ella había aprendido a desconfiar de todo y de todos.
Él elegía confiar en todos.
A ella le gustaba tenerlo todo bajo control.
Él cocreaba cada día su vida con otros.
Ella vivía en el mundo mundano.
Él habitaba en la Tierra, y a veces, su cabeza en las nubes.
Ella reproducía narrativas culpógenas.
Él practicaba la compasión sistemática.
Ella lo juzgaba todo a su alrededor.
Él aceptaba lo emergente.
Ella era perfeccionista y autoexigente.
Él era creativo e innovador.
Ella sufría en un cuerpo tenso y agarrotado.
Él vivía relajado, a veces demasiado.
Ella tenía el No muy a la mano.
Él decía Sí a la vida.
Ella estaba en lucha permanente e inconsciente contra el patriarcado machista ancestral.
Él habitaba un cómodo matriarcado machista y casi le gustaba.
Ella estaba a la defensiva.
Él reflexionaba en voz alta.
Ella comenzó a mirar en conciencia su ego y su alma.
Él se desapegó de expectativas.
Ambos eran marido y mujer.
Ambos eran madre y padre.
Ambos cohabitaban un hogar.
Ambos criaban a hijo e hija.
Ambos cocreaban una familia.
¿Cómo terminará está historia?
Ni ellos mismo lo saben.
Aun eligen escribir una página nueva cada día
y olvidarlo todo algunas noches.
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