en el centro de la ciudad,
una fiesta de cumpleaños
se disponen a celebrar.
Vienen de Bucaramanga, Cali,
Quito, Monterrey, Macul,
Calama, El Monte y Bilbao...
Llegan de distintos rincones
con sus acentos, sabores,
latitudes y colores,
y se reúnen en el mismo Club
donde antiguamente brilló
el legendario Habana Vieja
en Tarapacá con Santa Rosa.
Riéguese con cerveza abundante,
pisco sour, piña colada,
una pizca de limón y sal,
acompáñese con quesadillas
y una tabla de quesos y aceitunas.
Retazos de una historia,
a la mitad de la vida vivida,
aprendices y maestros,
socias y amigas,
compañeros de mil batallas,
danzantes de dragones,
hadas, magas, brujas,
soñadores de un mundo naciente,
amantes platónicos y carnales,
hasta un alcalde comunista
y el infaltable viejo curahuilla...
Pasado, presente,futuro y fantasía,
comen, beben, bailan y celebran
al son del mismo son.
Cuarenta no se cumplen cada día,
aunque ojalá así fuera cada noche!
Salsa, bachata, merenge,
cumbia y reggeaton...
en el baile los humanos
disuelven sus culpas,
coagulan sus placeres
en una alquimia de
cuerpos, ritmo y sudor,
volviéndose dioses,
humanos deificados
como Orixas liberados.
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