Reflexiones desde la Interculturalidad y el Post-Desarrollo a partir del Encuentro de Liderazgo Participativo en Quito, Ecuador, Abril 2015
El llamado de este encuentro había sido sembrado por David en Santiago de Chile en junio de 2013. La semilla había permanecido bajo
tierra durante casi dos años esperando el momento adecuado para germinar. Tras
el encuentro de Septiembre 2014 en Cuenca, se sumaron al equipo convocante Hilda
y Carlos, lo que le permitió sostener el esfuerzo hasta poder concretarlo.
Los días previos estuvieron marcados por la incertidumbre de
cuántas personas llegarían… ¿veinte?¿treinta? ¿cuarenta? La cifra iba aumentando considerablemente a
medida que pasaban las últimas 48 horas previas. En el equipo anfitrión nos
preguntábamos… ¿Cómo co-crear un contenedor seguro para tan nivel de
diversidad? ¿Qué haremos si se evidencian algún conflicto?
El primer día comenzó con un círculo de inicio donde la
diversidad quedó de manifiesto, reflejada rotundamente. Los participantes se
inscribieron en los equipos de práctica y tuvieron una primera aproximación al
enfoque apreciativo. Durante la tarde, vivimos un Café Mundial en torno a la
Diversidad, con preguntas sobre ¿cómo pasar de la diferencia a la confianza? ¿cómo
aprovechar la diversidad como fuente de creatividad e innovación? La cosecha de
las rondas de café mundial fue muy contundente.
Durante la mañana del segundo día del Encuentro, dos
personas abrieron la jornada. No eran dos personas cualquiera. Eran un hombre y
una mujer, de una edad similar, de la misma nacionalidad, ambos ecuatorianos.
Pero hacía tan solo unas semanas, la mera posibilidad de que aquello
aconteciera, era, simplemente inimaginable.
Belén es una reconocida activista de los derechos de la
Madre Tierra. Años atrás había liderado su incorporación en la nueva Constitución
de la República del Ecuador. La Fundación Pachamama que ella lideraba había
sido clausurada un año antes por orden del Presidente de la
República.
Carlos es el coordinador de Relaciones comunitarias de una
empresa multinacional en el negocio de la exploración minera.
Y allí estaban los dos, trabajando codo a codo. Él tocaba un
tambor indígena, marcando el ritmo, evocando el pulso, el latido de la tierra.
Ella facilitó una bonita dinámica extraída de un texto de Johanna Macy.
Primero, trayendo el estrés diario cotidiano de la gran ciudad, la prisa, el
apuro, el no ver al otro. Segundo, en calma, descubriendo a través de los ojos
del otro su alma, reconociendo que en cada uno hay un llamado de sanar el mundo
y honrar la vida.
Después, en un círculo de unas cincuenta y cinco personas sentadas en
sus sillas, un abuelo shuar se levanta y exhorta:
- “Si no entiendes, ...Escucha!”
Acto seguido inicia un discurso
en su lengua nativa, del cual, los occidentales presentes en la sala solo
alcanzan a entender algunas fechas y topónimos, que eran pronunciados en lengua
española. No importaba. Dicen que más del 75% por cierto de la comunicación es
no verbal. Aunque no alcanzáramos a entender el significado de los contenidos
de su mensaje, su entonación, su corporalidad expresaban dignidad, orgullo,
presencia, herencia ancestral. Hablaba de la historia de su padre, líder de su
pueblo.
Sentí que en él hablaban todos
sus ancestros hacia atrás. Y al escucharlo en silencio, contemplándolo sin
juicio, aceptándolo como legítimo otro diferente, sentí que sanaba quinientos
años de culpa hacia atrás en mis ancestros.
Tras una hora de silencio en la
naturaleza, explorando qué preguntas están vivas en el interior de cada uno,
volvimos al círculo donde algunos compartieron su experiencia. La mayoría de
los testimonios versaban sobre lo inspirador del momento de meditación al aire
libre, sintiendo el trinar de los pájaros.
Una joven ligada al movimiento de la permacultura había escuchado el
vuelo de dos colibríes. Un líder estudiantil había tenido un momento que
describía como una iluminación. Sin embargo uno de los jóvenes shuar declaró:
-“Extrañé la selva. Aquí solo
escuché dos tipos de aves. Muy pocas plantas. Y en lugar del fluir del arroyo,
se sentía el ruido del tráfico de la carretera”
Otro shuar comentó:
-“Yo también extrañé la selva, pero miré a la planta, porque todas las
plantas tienen poder, y le dije “Planta, dame tu poder” y la planta me dio su
poder. Y ya estaba listo. No necesité más silencio.”
Cuando expliqué la Teoría U de
Otto Scharmer, un técnico local de la cooperación internacional declaró algo
así como:
-“No entiendo por qué hace falta meter el corazón para construir el
futuro. La planificación estratégica se hace con la cabeza.”
Me salió una respuesta sobre la
necesidad de inspirar –involucrar emocionalmente- a las personas a construir en
forma colectiva el futuro que desean vivir.
Por la tarde, tras el juego caórdico,
durante el Espacio Abierto, uno de los temas propuestos de conversación fue
sobre Minería en territorio Shuar. Acudieron tres jóvenes shuar, la joven de la
permacultura, una funcionaria pública técnico en participación comunitaria del
Parque Nacional de Galápagos y quien suscribe. Fue interesante darse el tiempo
para escuchar. Dentro del pueblo shuar existen diferencias respecto a aceptar o
no la exploración minera en su territorio.
Un joven shuar declaraba:
- -“Nosotros
también queremos tener colegios, hospitales, ir a la Universidad y ser
ingenieros shuar, geólogos shuar... Queremos progreso para nuestro pueblo.”
Personas ligadas a la minería
comentan que la minería no es la que provoca el conflicto con la comunidad.
Argumentan que los conflictos internos que subyacen en la comunidad se
manifiestan, se hacen patentes con la llegada de la minería al territorio. Por
eso Carlos refuerza que el diálogo al interior de la comunidad es tan
importante como el diálogo entre la minera y la comunidad.
Frente a tal declaración, una
joven ligada al movimiento de la permacultura, con su trenzas y falda florida –(digna
representante del vmeme verde)- le confrontaba:
- - “Pero
nosotros ya tenemos colegios, tenemos hospitales, tenemos desarrollo… y eso no nos hace más felices! …vivimos
estresados en ciudades de cemento, respiramos un aire contaminado y ya no oímos
los trinos de los pájaros ni el fluir del arroyo.”
Yo escuchaba atento, en silencio,
este debate entre el “Desarrollo” y el “Post-desarrollo”, entre la ingenuidad
de quien aún cree en el discurso de la modernidad que le han transmitido las
empresas, y la profunda decepción
post-moderna que sospecha que tras la ilusoria promesa del progreso material no hay
más que decadencia espiritual y degradación ambiental.
Por su parte, la
funcionaria experta en participación ciudadana les interrogaba desde el
conocimiento profundo de los derechos indígenas, y los procedimientos legales
de participación ciudadana para la evaluación de impacto ambiental de los
proyectos de inversión. Una mirada más bien regulatoria desde el Estado. (vmeme
Azul)
Al tercer día, tuvimos por la
mañana la enseñanza de “las 8 respiraciones” seguida del “Diseño para la acción sabia”, donde apoyé
un par de proyectos relacionados con la apertura de Espacios Libres de Violencia
en Quito, con el propósito de contribuir a una Cultura de Paz y buen trato (en
colegios, en las familias, en el transporte público, a los animales…) y un
programa de apoyo a jóvenes emprendedores sociales del Impact Hub de Quito,
ImpaQto. Otro de los proyectos que surgieron fue precisamente una plataforma de
diálogo intercultural sobre minería en territorio shuar y una iniciativa de la
subsecretaría de Minería para comunicarse con las comunidades locales.
El cierre de la jornada comenzó con
una alegre danza shuar en la que un alto consejero de gobierno bailó junto al
sabio shuar, seguido de un simple y bello ritual de cosecha donde cada
participante pudo escribir y compartir sus aprendizajes y hallazgos más
significativos en el círculo final.
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