En mi día a día como
facilitador me encuentro diariamente con
personas que se quejan de que sus jefes no cuidan a sus equipos, con profesores
que reclaman que los padres no cuidan a sus hijos, con emprendedores quejándose
de que sus empleados no cuidan a sus clientes, con universidades y colegios que
no cuidan a sus profesores, con ONGs que no cuidan a sus socios…Incluso a nivel personal, confieso
que a veces me sorprendo descuidando mi cuerpo y mi salud, descuidando a mi familia,
descuidando mi jardín, descuidando mis sueños...
Según el portal mifuturo.cl, en el Chile del siglo XXI, un
ingeniero en minas con 4 años de experiencia cobra mensualmente entre USD 5000 y 6000. Una educadora de párvulos que cuida a nuestros niños, al rededor de USD 1000. ¿Cómo llegamos hasta este punto de desvalorización del
cuidado como sociedad? ¿En qué momento dejamos de cuidarnos unos a otros? Creo
que estas preguntas solo nos conducirían a dinámicas culpógenas y a una estéril
conversación de juicios y explicaciones. Invito al lector a una mirada
apreciativa para descubrir en su entorno múltiples manifestaciones del cuidado.
Sin embargo, así como podemos observar dinámicas de
no-cuidado en nuestra actualidad, también existen expresiones de cuidado que
toman las más diversas formas: cadenas de oración, empleadas del hogar que
cuidan a los hijos de jóvenes profesionales, inmigrantes que cuidan a nuestros
abuelos, niños que cuidan mascotas que los cuidan, familias que adoptan niños,
comunidades indígenas que cuidan áreas protegidas, pastores que cuidan rebaños,
emprendedores que cuidan sus negocios…
El filósofo colombiano Bernardo Toro, junto con el teólogo brasileño Leonardo Boff proponen avanzar hacia el Paradigma Ético del Saber Cuidar: Cuidado de uno mismo, Cuidado del otro, Cuidado del Cuerpo,
Cuidado del Espíritu, Cuidado de la Comunidad, Cuidado del Planeta.
Por su parte, desde Sistema B, se propone la creación de Empresas-B que trasciendan la búsqueda de la maximización del beneficio y vayan “Beyond profit” , más allá del beneficio, orientar su operación a “hacer bien el bien”, recuperando el sentido profundo de conceptos como “bene-ficio” y “com-pañía”: compartir el pan.
En sentido similar apuntan también Raj Sisodia en "Capitalismo Consciente", Freddy Kofman en "La Empresa Consciente", y su consultora Axialent.
En el anterior post exploramos sobre las posibilidades que nos abriría entender el liderazgo como elejercicio de cuidado de las personas y el propósito. ¿No es acaso aquello que deseamos
conservar y cuidar, lo que nos otorga las convicciones necesarias para asumir
los desafíos del liderazgo?
¿Y si emprender fuera, en realidad, el arte de cuidar?
Cuidarse a sí mismo y su familia,
cuidando a los equipos, para que cuiden a los clientes, para cuidar el
negocio, cuidando de la comunidad y cuidando del planeta.
¿Cómo sería una nueva generación de empresas basadas en la
ética del cuidado? ¿Y si las Empresas B fueran las llamadas a mostrar el camino
hacia la economía del cuidado? ¿Cómo será una sociedad que valore verdaderamente, honre y
fortalezca las cadenas de cuidado?
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