Hasta ahora, en mi vida he viajado por más de
treinta países, pero me atrevo a declarar que en pocos lugares del mundo me he
sentido tan bien acogido como en Quinquén, la comunidad pewenche situada en la
cordillera de la
Araucanía Andina del
Sur de Chile, en la comuna de
Lonquimay.
Llegué por primera vez en el
marco de un proyecto de
Travolution, articulado por
WWF
y financiado por
Corfo-INNOVA Chile. Había sido contratado para facilitar un
proceso participativo intercultural para elaborar en conjunto con la comunidad
la identidad de marca y el plan de marketing para el desarrollo del ecoturismo
comunitario en
Quinquén.
Llegar a Lonquimay es
sorprendentemente fácil. Basta con tomar un autobús
Inter-Sur en la Terminal Alameda en Santiago a las 10 de la
noche de cualquier día, cerrar los ojos,
dormir tranquilamente rumbo al sur, y amanecer a las 8 de la mañana del día
siguiente en un hermoso valle rodeado de montañas de lomas suavemente
redondeadas y cubiertas por cientos de araucarias. Si le pides al conductor del
autobús que te baje en el segundo paradero de Lonquimay, llegarás directamente
a la puerta de
la Hostería Follil –
Pewenche, una casa de madera pintada de azul celeste.
Al entrar, encontrarás un cálido
y acogedor espacio calefaccionado por una estufa-salamandra en el centro del
comedor, con una decoración sencilla y rústica, adornado con motivos pewenche:
kultrunes (tambores sagrados que
simbolizan la cosmovisión mapuche), tejido artesanal,
maullos (raquetas artesanales para caminar sobre la nieve hechos de
coligüe y cuero de cabra), una
trutruka
(un instrumento de viento hecho con un cuerno).
En un rincón, junto a la entrada
de la cocina puedes encontrar una pequeña vitrina con productos gourmet
elaborados por Wen Kimey, una innovadora empresa de la familia Meliñir que
combina sabiamente la recolección manual ancestral del piñón, el cuidado
artesanal y tecnologías agroalimentarias que garantizan estándares de calidad.
Tarros de piñones en almíbar y en vinagre, harina de piñón, galletas de piñón,
mermelada light de piñón, morchelas, entre otras delicias.
En otro rincón, ilustrado con un
mapa del territorio, una estantería con libros sobre la temática indígena
invitan a la lectura. Un cuento para niños del Pequeño Meliñir, un libro sobre
Derechos Humanos y Pueblos Indígenas editado por la
Universidad de Deusto, una ecoguía de flora y
fauna del
Sendero de Chile, y muchos
otros sobre la cosmovisión mapuche.
Recomiendo probar la original gastronomía de la Sra. Alicia,
que cocina maravillas inesperadas, destacando especialmente el puré de piñón y
merquén, budín de piñón y verduras, revuelto de piñón. Posiblemente en la recepción te atenderá amablemente don Sergio.
Desde la misma Hostería
Follil-Pewenche pueden contratar un tour para visitar la comunidad, que está
situada a solo 32 kilómetros de Lonquimay. La cooperativa de turismo de
Quinquén ofrece cabalgatas y caminatas guiadas por sus senderos, que pueden
terminar en un rico asado de chivo junto al fuego. Imperdible coronar la
jornada con un mate conversando don Don Alfredo Meliñir, uno de los ancianos líderes
de la comunidad que ha dedicado toda su vida a luchar pacífica y tenazmente por
defender la identidad de su pueblo, la conservación de sus tierras y las
araucarias. Es al mismo tiempo impactante e inspirador escuchar de primera mano
su testimonio de vida, en el que puedes escucharle declaraciones firmes y
estremecedoras como “este arroyo es
testigo del sufrimiento de mi padre”. Sin duda, una experiencia única y
memorable. Un auténtico ejemplo de coraje, de perseverancia, de ñeque (fortaleza física) y nehuén (energía espiritual), de conexión
con el cosmos y con la vida.
Si desea quedarse más tiempo,
puede alojarse en una ruka y explorar algún otro sendero o actividades que
ofrece la comunidad. Durante la época de otoño puede también acompañar a una
familia pewenche a recolectar piñones. Durante el invierno, puede probar con
una caminata sobre la nieve con los maúllos. La primavera y verano son un buen
tiempo para el asado de chivo.
En la entrada de Quinquén hay
instalada una pequeña casa pintada de blanco conocida como la Kukanhue Ruka,
que funciona como centro de acogida y exhibición de las artesanías que elaboran
las artesanas textiles con sus telares mapuche. Doscientos metros más abajo, pueden
contemplarse dos refugios emblemáticos que marcan una estética única en
Quinquén: la Escuela rural intercultural y el edificio de la Posta rural.
Durante la transición a la
democracia, uno de los primeros decretos del Gobierno de Patricio Aylwin fue
declarar la Araucaria monumento natural. Poco después, Quinquén se convirtió en
un caso emblemático en el que el Estado compró tierras a una empresa forestal
para entregársela a la comunidad, debiendo indemnizar a la empresa por el lucro
cesante. Posteriormente, se conformaría el primer
Territorio Indígena de Conservación en Chile, que en la actualidad comienza a abrirse al mundo del ecoturismo comunitario, gracias al apoyo del Proyecto Parque Pewenche de Quinquén.